Os deseo unas felices Gayvidades con el modelo británico Sam Way. ¡Recreaos!
domingo, 25 de diciembre de 2011
martes, 20 de diciembre de 2011
Tarjetas de navidad
De vez en cuando la realidad le da a uno alguna que otra bofetada en la cara con pequeños detalles que te recuerdan que todo está pensado para los heterosexuales. Un ejemplo de estos lo tuve ayer cuando fui a comprarle a mi novio una tarjeta navideña de esas algo más personalizadas en las que pone el “status” de la persona destinataria.
En mi caso, yo buscaba una tarjeta con la palabra “novio”. Y, claro, muchas tarjetas incluían dibujitos con parejas heterosexuales. Después de estar un rato buscando, encontré una en la que los dos monigotes no tenían género identificable. Podía ser tanto una pareja gay como hetero: era mi tarjeta perfecta. No obstante, no quería dejar pasar la ocasión sin plantear el debate una vez más. Hasta qué punto nuestras sociedades son incluyentes, hasta qué punto los gais somos unos paranoicos de la discriminación, hasta qué punto la sociedad es realmente heterosexualizante…
El otro debate viene por el lado comercial. ¿Es rentable producir tarjetas para un público LGBT? Y, si no es así, ¿a qué se debe eso: a que por volumen de negocio no representamos un nicho de mercado atractivo, a que somos tan poco románticos que no regalamos tarjetas o a que el número de parejas estables es tan bajo que eso reduce aún más el mercado objetivo?
El tema comercial casi prefiero no discutirlo porque no dispongo de datos. Sobre las primeras cuestiones que planteaba, a estas alturas me considero poco o nada paranoico de la discriminación y tengo muy pocos motivos para quejarme. Aún así, creo que la sociedad es aún muy heteronormativa y que la homosexualidad no tiene aún la presencia real que debería tener por el número real de gays y lesbianas.
Uno de los factores puede ser el de la efectiva represión de la homosexualidad. En el país en el que vivo, éste no suele ser el caso. Aún así, muchos gays no se consideran aún lo suficientemente cómodos como para mostrar sus afectos en público, ser románticos o, simplemente, comportarse como una pareja más. Y esto cuando llegan a tener pareja estable porque muchas veces, la falta de voluntad de superar todas esas barreras de visibilidad hace mucho más fácil ser el gay de royo de una noche, al que nadie ve con pareja, que el gay que se compromete con alguien y cuenta con él en su vida incluyendo familia, amigos y compañeros de trabajo.
Las parejas gays tenemos en ese sentido una responsabilidad de actuar con la mayor normalidad posible con el fin de ayudar a la sociedad a superar esas barreras que aún existen en la visibilidad de la homosexualidad, simplemente como la faceta afectivo sexual de una minoría de la sociedad que, en el fondo, comparte con el resto unos mismos inquietudes y objetivos. Si algo podría diferenciarnos, es precisamente que, a veces, por nuestra situación de minoría y tradicional aislamiento y represión (sea esta física, moral, cultural o intelectual), tenemos que añadir otras inquietudes y objetivos que siguen haciéndonos, desafortunadamente, distintos a los demás. Luchemos por cambiar eso.
domingo, 18 de diciembre de 2011
Takeshi Kaneshiro
Hoy pasa por aquí el cantante y actor japonés de origen taiwanés Takeshi Kaneshiro
miércoles, 14 de diciembre de 2011
Beso gay el Al Jazeera, el PP y los matrimonios homosexuales
La aplastante victoria del no muy gay-friendly Partido Popular tuvo su contrapunto en Al Jazeera donde un beso gay muy romántico pudo verse detrás del corresponsal en Madrid, que daba la crónica en directo, muy posiblemente desde la calle Génova, donde se encuentra la sede del PP.
Aprovecho la entrada para escribir mi inquietud acerca de la posible agenda oculta del PP, que mantiene recurrido el matrimonio gay en el Tribunal Constitucional, tribunal cuya renovación deberá producirse tras unas elecciones que permitirán al PP llenarlo de magistrados conservadores. Si pretenden o no de verdad esta maniobra para ilegalizar el matrimonio gay por la puerta de atrás, no lo sabremos nunca. Me temo, sin embargo, que las sospechas no son infundadas y que esta no será la única norma que podrá verse afectada por ese golpe de mano.
Espero que mis temores sean infundados y que España siga, con el matrimonio gay, en el selecto grupo de países con el sistema legal menos discriminatorio del mundo.
martes, 6 de diciembre de 2011
martes, 29 de noviembre de 2011
Atracción
Según mi perspectiva la atracción puede variar tanto como la persona. Personamente me siento más atraido por una persona en su conjunto más que por un físico. Obviamente, hay determinados rasgos que me gustan más que otros, tengo mis preferencias cuando se trata del físico y el tamaño SÍ importa, pero, en general, creo que tiendo a sentirme mucho más atraido por una personalidad que por un físico.
Y es que un hombre es un ser íntegro que debería tener una armonía o tender a ella. Por eso no entiendo esa correlación entre cachondismo o "hotness" y falta de atractivo personal. Muchos de los tíos que conozco que están muy buenos carecen de un atractivo más allá del físico. Quizás estar buenos y ser guapos les ha vuelto prepotentes y/o insustanciales, rasgos que me bajan la líbido por completo. Es la única explicación razonable que puedo encontrar. Por otro lado, están esos perfiles planos. Tíos que están impresionantes, que están muy buenos y la deben de tener muy grande, pero que, sin ser de trato desagradable, son intelectualmente planos... El tipo de hombre con el que no puedes tener una conversación después de echar un polvo o al dar un paseo y del que definitivamente creo que no me podría enamorar.
Me gustaría saber cuál es vuestra perspectiva. En un mundo de bellezas "medias" o encantos físicos particulares lo que para mí marca claramente la diferencia es un carácter: unas maneras, una atención, un romanticismo, una ambición intelectual, un estado de ánimo... En definitiva una forma de cautivarme, de fascinarme, de sorprenderme... y enamorarme.
jueves, 24 de noviembre de 2011
Joshua Walter
El atribulado modelo Joshua Walter es muy guapo y nuestra siguiente entrada de "tíos buenos" después de una temporada. ¡Disfrutad!
domingo, 30 de octubre de 2011
Roles de pareja
Últimamente ha habido un tema que ha salido de forma recurrente entre mis compañeros de trabajo y es el de los roles de pareja. Por desgracia, he podido comprobar que aún hay mucha gente que entiende las relaciones como un equilibrio de poderes en el que, según la mentalidad machista de muchos, el hombre aún tiene que tener aunque sea algo más de poder que la mujer.
Pero ¿cómo se aplica esto a las relaciones homosexuales? Un compañero de trabajo me preguntaba el otro día: "¿tú te casarías con una mujer que ganara más dinero que tú?" Yo contesté: "yo no me casaría con una mujer en ningún caso". Se rieron porque no habían caído en la cuenta de que soy gay y luego uno de ellos dio a entender que en mi caso era distinto, como dando a entender que daba igual porque en mi caso el que ganaría más dinero sería un hombre de todas formas. Sin embargo, de otras frases suyas se infiere que el papel de un hombre es ser el que gane más lo cual implicaría que quien ganara menos dinero en una pareja gay sería la "mujer" en términos "socio-culturales" para, me temo, mucha gente.
¿Creeis que funciona realmente así? ¿Veis la pareja como un equilibrio de poderes? A mi entender, una pareja no se basa en un equilibro de poderes desde el momento en el que cualquiera de los dos puede dejarlo en cualquier momento y los dos, por tanto, tienen que esforzarse por mantener viva la relación y, por tanto, compartir más que competir. Pero también es cierto, y estamos cansados de verlo, que los tradicionales roles de género y la situación de dependencia de uno de los miembros puede tener la indeseable consecuencia de que uno de los dos se sienta "al mando". En el fondo no dejo de pensar que la mentalidad propia de una cultura concreta es un factor mucho más determinante que variables derivadas de la naturaleza. Si es así o no, no lo sé. En mi caso, quiero pensar que yo voy a compartir mi vida con alguien, no a poseerlo a él o a ser poseído.
domingo, 16 de octubre de 2011
Impresiones de un royo de verano (ii)
Probablemente no es lo más adecuado estar escribiendo sobre mi vida personal aquí, pero ya que he empezado y, sin dar detalles, os voy a poner al día de lo que ha quedado de ese royo de verano.
Tras nuestra última conversación sobre el tema, hace ya más de un mes, me quedó la impresión de que la puerta estaba entreabierta. Entreabierta no a una relación sino a seguir teniendo sexo. Una cosa es lo que dijo y otra lo que ha pasado empero. Durante ese mes hemos seguido mucho en contacto y nos hemos estado cruzando referencias sexuales, pero entre lo poco que nos hemos visto, entre que tuve un catarro y entre que el resto de las veces no ha parecido dispuesto a seguirme cuando se lo he propuesto, nuestra actividad sexual ha sido nula.
Y en cierto modo no puedo quitármelo de la cabeza. Sigo pensando en el verano que hemos pasado, en lo que ha significado para mí y, al mismo tiempo, tengo necesidad de cerrar este capítulo, de cerrar esa puerta que parecía haberse quedado entreabierta porque sé que, en realidad está cerrada. Intuyo que si se presta la ocasión, alguna que otra vez podemos volver a hacerlo. Él parece que se va a quedar como ese tipo de amigo, con el que puedes acostarte de vez en cuando y, mientras tanto (y durante), tan amigos y cada uno a seguir con su vida.
Por otro lado, no sigo muy convencido sobre sus sentimientos. Creo que desde un principio se cerró a enamorarse de mí, que adoptó esa posición distante porque temía que lo nuestro pudiera acabar en algo serio. Creo que se “autoprotegió” de mí y tengo la necesidad de preguntárselo. Ha llegado el momento en el que necesito hablar con él de todo esto, preguntarle sobre sus sentimientos, más pasados que presentes, pero también presentes. Decirle como me he sentido yo también y como me siento ahora. Y, por otro lado, también tengo miedo de perder la amistad, esa confianza que tenemos, al mismo tiempo que temo que su presencia ahí pueda impedirme encontrar a alguien más.
Así que, ante todo, quiero exteriorizar todos estos sentimientos y encontrar a alguien para pasar página definitivamente, para que lo que tuvimos él y yo sea definitivamente una época pasada hermosa, pero pasada. Siempre le recordaré. Siempre recordaré la magia de nuestros encuentros, nuestro juego de flirteo, nuestros besos, nuestras noches de caricias y sueño entre velado después de un sexo tórrido, lleno de cariño. En el fondo sigo preguntándome si es sólo nostalgia o aún le quiero.
domingo, 9 de octubre de 2011
David Cameron apoya el matrimonio gay
Hay cosas sorprendentes, muchas de ellas reunidas en la figura de David Cameron, un político conservador poco común. La semana pasada se celebró en Manchester en el Congreso del Partido Conservador británico y en un interesante y optimista discurso, el primer ministro mostró su apoyo al matrimonio gay por igualdad, pero también por el compromiso que representa, por lo que los conservadores valoran los vínculos que nos unen a los demás.
Dijo apoyarlo no a pesar de ser conservador sino por ser conservador: una idea que, por desgracia, hecho mucho en falta en los conservadores españoles, muchos de los cuales aún tienen serios problemas para ser lo gay friendly que parece David Cameron. Espero que bajo su gobierno el Reino Unido entre por fin el club de países con matrimonio gay. Si bien en la práctica no supondrá un cambio sustantivo ya que los gais ya tienen reconocidos los mismos derechos en la Unión Civil. El definitivo acceso de nuestro colectivo al matrimonio en el Reino Unido pone fin, en cambio, a una discriminación simbólica que debe ser inaceptable. No queremos los mismos derechos en una nueva institución que es, de hecho, una nueva discriminación, queremos los mismos derechos por el acceso a las mismas instituciones a las que antes no teníamos acceso.
Eso es igualdad y también, como dice Cameron, compromiso: si algunos son más o menos capaces de comprometerse es ya otra cuestión. Desde el corazón, gracias a David Cameron por su actitud y su contribución a remover definitivamente viejos agravios homófobos en uno de los países con una de las peores historias para los gais.
miércoles, 5 de octubre de 2011
¡C-CGAY cumple 1 año!
Este blog cumplió un año el domingo pasado y quería comentarlo para saber también cuál es vuestra opinión. Hasta el momento C-CGAY ha representado un sitio web fuera de lo común en la blogosfera gay, un punto de vista a veces muy personal, con el que intento aportar algo nuevo. La idea de fondo es que los gais no tenemos por qué ceñirnos a los roles culturales habituales, que podemos salir de ahí y reivindicar lo que la cultura heterosexualizante nos ha negado tradicionalmente como hombres: nuestra masculinidad.
C-CGAY ha tenido hasta el momento más de 18.000 visitas lo que hacen unas 49 visitas diarias en un año. He de reconocer que buena parte de este "éxito" se debe a algunos de nuestros fantásticos "tíos buenos", que con una periodicidad generalmente semanal han visitado el blog. No obstante, detrás de esta estadística y de la realidad de que muchos de los gais prestamos muchas veces más atención a tíos cachondos que a profundizaciones sobre nuestra temática, he de decir que para mí hay otro éxito importante, mucho más que un número relativamente alto de visitas.
Y es que tengo al menos un lector que me sigue con cierta frecuencia, que no sólo le presta atención a las entradas gráficas y que comenta. Sé que puede haber más: gais que, como yo tienen una visión particular del papel que debe jugar su sexualidad en sus vidas y en su sociedad, que no necesariamente coincidirán conmigo, pero que se alegrarán de que ese debate esté ahí. Por ellos principalmente me atrevo a escribir. ¡Un abrazo a todos ellos!
miércoles, 28 de septiembre de 2011
Leonardo Miggiorin
Terminamos el mes de septiembre con otra sugerencia más de Anónimo. Leonardo Miggiorin, actor y cantante brasileño, tiene imágenes en las que está muy bien y otras en las que no da nada de morbo. Aquí os dejo un par que no están mal aunque el pelo en una de ellas no le favorezca demasiado...
domingo, 25 de septiembre de 2011
Censura en TV de contenidos gay
El blog Quinta Temporada de El País publicaba ayer una interesante entrada sobre la censura de contenidos gay en películas y series de televesión en canales de televisión de diversos países.
La censura, efectuada con el pretexto de la protección de la infancia o de no herir la sensibilidad de los espectadores, se cae por su propio peso cuando las mismas cosas que se censuran entre dos hombres o dos mujeres, por ejemplo, besos, no se censuran en el caso de las parejas heterosexuales. De esto parece que debemos inferir que para muchos canales los contenidos gay son aún potencialmente dañinos para la sensibilidad de la audiencia, una audiencia que, en ese caso, de lo que carecería precisamente sería de sensibilidad: de sensibilidad hacia las minorías, especialmente las sexuales.
Es una pena que esto haya que decirlo y que haya que llamar al orden a estos canales de televisión entre los que se encuentran, por ejemplo, el italiano RAI, pero este tipo de censura sería equivalente a censurar besos u otros actos cariñosos entre parejas de negros o mixtas. Lo que en este caso sería considerado puro racismo y, por consiguiente, injustificable parece de lo más razonable si lo que tapa es la homosexualidad, como si no existiera, como si debiera ser invisible, como si fuera algo ofensivo.
Laura Contreras: Quinta temporada
El País, 24 septiembre 2011
El País, 24 septiembre 2011
miércoles, 21 de septiembre de 2011
Chris Evans
Hoy nos visita el actor y modelo norteamericano Chris Evans, también por sugerencia de Anónimo. ¡Disfrutad!
Chris Evans en la wikipedia
miércoles, 14 de septiembre de 2011
domingo, 11 de septiembre de 2011
Impresiones de un royo de verano
Este verano he tenido una de las historias de amor/amistad más bonitas de mi vida y no puedo parar de pensar en qué habría pasado si las circunstancias hubieran sido otras, en si hubiera actuado de otra manera. La situación no podía ser más bonita para mí al comienzo. Cuando le conocí, se abrió mi corazón, todo era de color de rosa, a él lo veía guapo, de mi edad, pero con experiencia, inteligente, interesante, con sentido del humor y su situación normalizada con su familia (fuera del armario al menos para la familia nuclear)… Vamos, casi perfecto. Un jueves de junio nos conocimos por primera vez, le besé en la despedida al más puro estilo de las películas: yo estaba henchido de pasión y él se mostraba receptivo. Al día siguiente quedé con él a solas: más juego de cortejo. El sábado estaba con una amiga y me apunté al plan. Al cabo, fuimos a un bar de ambiente y nos besamos desenfrenadamente… Pobre amiga. Entre bar y bar, íbamos de la mano. Todo parecía simplemente perfecto.
Sin embargo, pronto la magia se rompió. Si no me falla la memoria, el domingo ya tuvimos la primera “slow-down-chat”. Iba muy rápido para su ritmo: demasiada precocidad. Me dijo que no se iba a enamorar ni en una semana ni en dos ni en tres ni en un mes ni en dos. Yo callaba con el corazón parcialmente roto, pero quedaba esperanza de que se enamorara de mí. La siguiente semana me asaltaban las dudas sobre sus sentimientos. Quería quedar y muy a menudo. Se mostraba, en cambio, mucho más frío y distante que los primeros días. Yo estaba colgado por él y crecientemente confuso. Cuando me dijo que se lo quería tomar con calma aquella tarde de domingo del primer fin de semana, no sabía muy bien si se refería sólo al sexo, a los sentimientos o a todo. A las tres semanas se vio que el sexo, increíble, pero escaso, no se iba a dejar esperar tanto. Parecía que eran los sentimientos lo que planteaban mayores dudas. Yo ya había ido atando cabos: él estaba temporalmente en la ciudad y había salido de dos relaciones largas, intensas y, al final, dolorosas. Su corazón parecía estar recubierto de una armadura muy resistente. A través de una sistemática distancia, sólo rota por espontáneos y dulcísimos momentos de romanticismo, dejaba claros los tiempos y la ausencia de compromiso o cualquier tipo de sentimiento profundo.
Yo seguía, empero impenitente. Mantenía mis sms dulces, mis gestos cariñosos, mis piropos… Estaba enamorado. Él, en cambio, me había dicho que le gustaba mucho y que le importaba mucho, pero nada más. Las noches de cenas románticas en restaurantes y en su habitación habían pasado, tanto como los bailes sensuales delante de nuestros amigos o los paseos llenos de confidencias familiares o personales. A los pocos días de marcharme de vacaciones tres semanas, un fin de semana de agosto, le dije, después de mucho tonteo en la cama (sin hacer nada más), que le quería. Pero su rostro se echó contra el edredón mientras musitaba los lamentos de alguien que ha descubierto que sus temores son ciertos. Mi declaración le planteaba un nuevo escenario. Tras una ligera ausencia mía de la habitación, regresé y hablamos. “No podría decir lo mismo por ti así que esto me pone en la situación de seguir y hacerte daño o dejarlo”. “No quiero hacerte daño, esto me ha pasado más veces con otros y no quiero hacerte daño”. Yo fui franco. Le dije que me gustaba mucho y que me había declarado como muestra de afecto y de cariño, que no pretendía empujarle a nada serio, que era perfectamente consciente de la situación, que podía acabarse en septiembre, pero que, aun así, habían sido los dos meses más maravillosos de mi vida.
El día de la despedida previo a mi marcha de vacaciones, él se negó a hacerlo sin dar más razones. No en una despedida porque, aparentemente, se perdían energías y luego daban más ganas de sexo. Yo presentía que mis palabras tenían algo que ver con lo que estaba pasando. La última vez que lo hicimos, perdí mi virginidad de activo, fue increíble y la sola idea de no poder volver a repetirlo me atormentaba. Nos despedimos con un beso, todo parecía casi normal, pero ya no era lo mismo. Desde que he vuelto de mis vacaciones, aún no le he besado y no ha sido precisamente porque no le haya visto, pero allí llegaré más tarde. Los primeros días de vacaciones todo parecía normal, pero los “besos” como despedida en los emails fueron sustituidos por fríos “saludos” o “abrazos”. La primera vez que me di cuenta de este cambio repentino en el tratamiento, se me heló el corazón. Sabía que estaba perdiéndole y no tenía forma de evitarlo. Sabía que ni aún estando en la misma habitación podría moverle de sus trece ni de su postura paternalista del “no hacerme daño”. Mientras siguiera pensando que yo sentía algo más por él de lo que él podía corresponder, estaba claro que no íbamos a ir a ningún sitio. Si podíamos recuperar lo que teníamos o no, sigue siendo un misterio que cada vez parece más un imposible.
El día del cumpleaños de mi padre, empezamos a chatear como de costumbre. Su inusitada distancia, ahora algo quebrada, se mostraba indolente. A mis alusiones sexuales respondió que pensaba que no tendría más sexo conmigo después de lo que pasó porque no quería confundirme. Yo le dije que no era eso lo que me confundía, que podíamos ir a una relación más puramente sexual. Según él, lo hablaríamos. Nuestra relación parecía haber pasado su pico de sequedad, pero los besos y los piropos no volvieron, no han vuelto todavía. El primer día de mi regreso, quedamos a tomar unas pintas en el sitio de costumbre. Tras una larga conversación sobre muchos temas diversos, salió lo nuestro. Me dejó claro que le faltaba algo en mí, esa chispa que le permitiría tener una relación conmigo. Mis sentimientos se habían enfriado mucho para entonces, en buena medida fruto de su distancia y de muchos días de rompecabezas sobre nuestra situación de “friends with benefits”. No me dolió tanto como podía imaginarme. Ya era consciente de que plantearse una relación en nuestro caso era un sin sentido, especialmente considerando sus perspectivas de quedarse en la misma ciudad. Yo quería saber, sin embargo, si íbamos a volver a hacerlo o no.
Volví a poner encima de la mesa mi postura, pero no parecía convencido. Según él, sólo sexo no me convencía demasiado: yo buscaba una relación. Aquí jugué la carta de la confidencia, le dije cual era mi situación, que era probable que tuviera que moverme en cuestión de meses o un año y que no me plantearía una relación con alguien a menos que supiera que podría mantenerlo en la distancia. También le dije que nunca había pensado en él sobre eso. Mentí. Claro que me había imaginado una hipotética relación con él como parte de ese futuro color de rosa. Su respuesta fue de lo más ambigua. Pareció quedar claro que no íbamos a volver a hacerlo inmediatamente porque entonces no habría habido ninguna diferencia. Sonaba a que estaba castigándome sin sexo por atreverme a ser romántico o expresar sentimientos... Dejaba la puerta abierta, en cambio, a hacerlo otra vez. No podía evitar sentirme totalmente on the hook.
Es lo que pasa cuando se racionaliza tanto una relación de amistad especial sin dejarse llevar. Al final, tanta pausa y tanta conversación sólo ayudan a frenar la pasión, perder muchos polvos y, es posible que ahorre parte de la amargura de la despedida, pero ¿merece la pena en términos de experiencias no vividas? Ahora puede que le quede menos de un mes aquí. Hemos seguido hablando a menudo, pero nada más. Puede que lo hagamos otra vez, pero ¿cuánto? ¿Una vez o dos y justo antes de que se vaya? Nunca dejaré de pensar que es absurdo perderse esas experiencias simplemente por darle tantas vueltas a la cabeza a algo que no tiene más. Ya se lo dije: que era totalmente consciente de la situación, pero que eso no obstaba que no quisiera aprovechar el momento, ser romántico y mostrarle mis afecciones y sentimientos sin pretender entrar en una relación seria. En esto yo, que me considero una persona fría y racional, creo que he mostrado ser mucho más espontáneo, quizás porque no me restrinjen las heridas del pasado que él sí puede tener, pero todos tenemos derecho a vivir, a amar y a ser heridos también en un momento dado como parte de la moneda de dos caras que es la felicidad: llena de buenos momentos sólo apreciables en contraste por los momentos duros que hicieron posibles los otros.
No sé en qué quedará lo nuestro. Parece que, pase lo que pase, mantendremos nuestra amistad, pero que no pasará de ahí. Sea lo que sea siempre lamentaré lo que no ha pasado: esos polvos que no hemos echado, esos momentos románticos que no hemos tenido, esa posible relación. Yo sé que si él hubiera estado por la labor, podría haberse entregado a nuestra amistad y haberse descubierto enamorado de mí si huberia dejado galantearse, conquistarse, si se hubiera dejado vivir. Ahora nunca lo sabremos y, en el fondo, esta experiencia lo único que me enseña es que si se busca evitar el daño al final lo único que se consigue es dilatarlo en el tiempo en pequeñas dosis con pequeños gestos de distancia. No sé qué será mejor o peor, pero intuyo que habría preferido un mal trago mayor al final y haber disfrutado estos dos o tres meses plenamente a haber estropeado el “durante” para tener un final insatisfactorio menos agrio. ¿Por qué ese miedo a los sentimientos, a enamorarse, a querer a alguien? ¿Por qué esas armaduras de acero? ¿Por qué esa distancia, esas prevenciones, esos juegos ambiguos de coqueteos sin implicaciones? ¿Es que la gente tiene miedo a ser feliz o, mejor dicho, a poner todo de su parte e intentarlo por el solo miedo al fracaso?
miércoles, 7 de septiembre de 2011
Carmo Dalla Vecchia
Actor y modelo brasileño en C-CGAY por cortesía de Anónimo una vez más. Carmo Dalla Vecchia tiene una imagen para comenzar el mes con alegría:
domingo, 4 de septiembre de 2011
Virgen a los 31
Cuando a algún hetero desaprensivo se le ocurre decir que la gente "se hace gay por moda" me acuerdo de mi situación personal, de lo que me costó salir del armario y de lo duro que fue aceptarme a mí mismo y, posteriormente, aceptar quien soy delante de los demás. Aquí os traigo el enlace de un hombre que ha salido del armario a los 31 y es virgen. Él le pregunta a una sexóloga del diario británico The Guardian si debería decírselo a la primera persona con la que tenga relaciones sexuales o si, por contra, pensará que es raro. Muchos, por desgracia, pasan por alto estos casos y siguen jugando a dar una imagen frívola de la homosexualidad ayudados por los estereotipos y los medios de comunicación, muchas veces en connivencia con la cultura gay oficial.
Pamella Stephenson Connolly, The Guardian, 4 August 2011
miércoles, 31 de agosto de 2011
Rafael Nadal posa para Armani ¡otra vez!
Sí, señores, God bless Emporio Armani y sis contratos con Rafael Nadal, una fuente inexcusable de inspiración para todos aquellos que gustamos de contemplar la belleza masculina, como otros el tennis, del que Nadal es un grande. Este par de imágenes son por cortesía de AOL y su MyDaily. ¡Disfrutadlas!
MyDaily 26 August 2011
C-CGAY, 26 de enero 2011
C-CGAY, 19 de enero 2011
domingo, 28 de agosto de 2011
Preguntas que no hacerle a un gay nunca
Gracias al post de un amigo en Facebook llegó a mis manos este vídeo de este chico bastante conocido por la comunidad gay que gusta de hacer vídeos frívolos, pero serios con el torso descubierto.
El tema que plantea en este vídeo siempre me ha preocupado bastante y es que muchos heteros tienen serias lagunas en su comprensión de la homosexualidad, seguramente fruto de una extraña combinación de falta de empatía, ausencia de amigos gais y falta de pensamiento crítico frente a los estereotipos promovidos por los medios. Y es que ni los gais elegimos ser gais ni vamos a ir a acosar a los heteros por el simple hecho de que nos puedan gustar ni nos gustan todos los tíos (ni todos los heteros) ni el SIDA es sólo un tema de preocupación para la comunidad gay ni hay una mujer en una relación gay del mismo modo que tampoco hay un hombre en una relación lésbica.
Estas son cosas que a los gais nos parecen elementales desde nuestras propias experiencias vitales. Dada la fluidez de la información hoy en día puede llegar el punto en el que recibir alguna de estas preguntas pueda resultar pesado o colmar el vaso de nuestra paciencia. No debería ser tan difícil, si de verdad se hace un esfuerzo, empatizar con los gais del mismo modo que nosotros empatizamos con los heteros desde que tenemos conciencia de ser gay por el simple y puro hecho de que no podemos ignorar a buena parte de la sociedad ni ellos deberían ignorarnos a nosotros, aunque seamos una minoría.
Comprendo que este blog está escrito en castellano y que así deberían estar los materiales que proveo, pero, me temo que no hay ninguna versión doblada o subtitulada así que os dejo con el vídeo en inglés.
miércoles, 24 de agosto de 2011
domingo, 21 de agosto de 2011
Sexo fácil
Uno de los lugares más comunes sobre los homosexuales es el de la promiscuidad. Los gais añadimos a nuestra fama la tradicional fama de los hombres (que harán cualquier cosa con tal de follar) con el elemento añadido de que son hombres follando entre sí: lo que se presupone que acrecienta exponencialmente la afirmación sentada por el estereotipo antes mencionado. No todos los gais, en cambio, somos promiscuos o, empleando otra terminología con menos connotaciones, tenemos relaciones sexuales tan a la ligera.
Para mí, hacerlo con alguien es algo que requiere confianza, además de que la persona en sí me guste no sólo físicamente sino también emocional o intelectualmente. Ya sé que suena tradicional y pedantemente pretencioso, pero añadir al sexo ese toque de complicidad que otorga la confianza, la conexión que te da el haber compartido con una persona conversaciones, inquietudes, experiencias personales, etc. es especial y no puede ser igualado por el mero atractivo físico. Compartir un vínculo emocional con alguien antes de irse a la cama es muy sexy o así lo entiendo yo. No todos los gais ni, en general, todos los hombres comparten la misma mentalidad. La gratificación de un polvo rápido con un desconocido/a tiene sus defensores. Me sorprende, en cambio, qué pueden ver en ello. Amigos míos heteros que practican el one-night-stand y que buscan casi desesperadamente encontrar a una chica con la que follar para no volverla a ver o amigos gais que con una app del móvil conciertan un polvo improvisado en los baños públicos de cualquier sitio son fenómenos que no entiendo muy bien.
Esa forma de practicar el sexo quizás sí refleje un fenómeno propio de la sociedad contemporánea: el terrible miedo al compromiso, que requiere responsabilidad, madurez y que incluye emociones con las que mucha gente es incapaz de lidiar, quizás porque no nos han enseñado a hacerlo. Todavía hoy una de las mayores deficiencias de muchos sistemas educativos es la formación en inteligencia emocional y eso tiene sus efectos. La incapacidad para comunicar eficazmente de forma saludable puede generar problemas en la familia, el trabajo y también torpedear cualquier intento de entrar en una relación con alguien a quien se puede espantar antes que enamorar. La magia del cortejo, del enamoramiento, de la efectiva compenetración (no sólo en sentido literal) se convierte en el sacrificio necesario de unos consumidores de sexo que buscan gratificación inmediata sin ataduras. Es otra opción, pero no la única y, desde luego, los gais no tienen por qué resignarse a eso.
miércoles, 17 de agosto de 2011
Leandro Penna
Leandro Penna es un famoso argentino sugerido por Anónimo en un comentario y sobre el que probablemente él podrá dar más detalles. Aquí os dejo unas imágenes.
domingo, 14 de agosto de 2011
Homosexualidad y redes sociales
¿Cómo proteger nuestra intimidad?
Las redes sociales han expuesto nuestra intimidad más que nunca. A poco que nos descuidemos, la gente puede saber adónde salimos, con quién vamos, ponerle cara a nuestra compañía e incluso saber si estábamos más o menos borrachos y todo ello sin que uno se moleste ni en sacar las fotos, colgarlas, etiquetarse o hacer el checking-in en un sitio. Nuestros amigos pueden hacer eso por nosotros y aquí, como en todo, nosotros puede que no controlemos toda la información que le llega sobre nosotros a nuestros amigos, pero sí podemos influir definitivamente en cómo se distribuye esa información, a menudo de forma más eficiente que en la vida real, pero ¿sabemos cómo hacerlo?
El caso más claro es Facebook. Desde el comienzo, esta red social fue muy criticada por su laxa configuración de privacidad por defecto. Google + parece haber añadido algunas ventajas. Te pregunta, por ejemplo, quien quieres que vea tus post cada vez que compartes algo. No obstante, si por ellos fuera, tus datos personales los vería toda la web o al menos fue la opción que a mí me salió por defecto. La gran red social, ésta de 500+ millones de amigos dispone, no obstante, de herramientas útiles y eficaces para protegerse. Si uno acude a las opciones para personalizar los ajustes de seguridad, encontrará que puede bloquear los contenidos que ciertos amigos ven. Así puede evitarse que alguien pueda ver nuestras fotos, los post de amigos en los que comentemos, distintos apartados de nuestra información personal, etc.
Desde que Facebook permite clasificar entre amigos y familia, por ejemplo, parece más sencillo bloquear de golpe, por ejemplo, a toda la familia para que vea, digamos, nuestras fotos. Otros elementos a tener en cuenta es que si aceptamos la petición de amistad de alguien, no vamos a poder bloquear inmediatamente los contenidos a los que no queremos que tenga acceso ya que puede llevarnos unos 5 o 10 minutos meter a la persona en el grupo de los contactos bloqueados. No parece muy probable, en cambio, que dicha persona vaya a entrar en nuestro perfil inmediatamente. Facebook también nos permite eliminar post's de nuestro muro y deshacernos así de contenido que hayan podido colgar otros y que no queremos que vean nuestros contactos. Del mismo modo, podemos desetiquetarnos de las fotos para evitar que entren en nuestros álbumes y queden al alcance de nuestros amigos. El desetiquetado, en cambio, parece una opción más particular, foto a foto. Si no quisiéramos que nadie viera ninguna de nuestras fotos, lo suyo sería bloquear ese contenido en ajustes. Por último, Facebook permite ver tu perfil como lo vería un contacto tuyo bloqueado. Otro truco para asegurarse de que, efectivamente, no tienen acceso al contenido bloqueado es hacerse un perfil falso, añadirlo como amigo, bloquearlo con la misma configuración de privacidad y ver qué se puede ver realmente desde la cuenta de ese contacto. Recuerda que la orientación sexual es un dato considerado sensible por la legislación española de protección de datos y que, si bien puede ponerse en Facebook, no puede solicitarse por instituciones o particulares más que con fines estadísticos. Sé cauteloso, por tanto, con quién puede ver tu información. No vaya a ser que Facebook haga el trabajo de salir del armario por ti. Y, aunque estés fuera, no siempre puede que quieras que todo el mundo tenga acceso a toda la información.
domingo, 7 de agosto de 2011
Conocer gente en internet
En los tiempos que corren es imposible estar al margen de internet y menos si eres gay. No estoy hablando del porno, que puede ser otro tema a tratar sino de las redes de contactos para conocer gente. Internet abre todo un mundo de posibilidades, especialmente porque puede ser una forma de conocer a gente que no se mueve por el ambiente, que es tan “counter-culturally orientated” y expone tanto que no resulta lo suficientemente “discreto” para muchos. Además de eso, buena parte de la gente que también está en el ambiente está en internet conque puede decirse que es más integrador de la comunidad homosexual. Otra de las ventajas es que te permite conocer a gente y hacer amigos (sí, amigos, no sólo folla-amigos o novios) en ciudades donde estás recién instalado y no conoces a nadie.
Si os digo la verdad, todo mi grupo actual de amigos ha salido de internet. Unos y otros nos hemos conocido a través de distintos encuentros. Yo conocí a un chico que me presentó un grupo de gente y una chica de ese grupo, por ejemplo, me presentó a otra amiga que conoció, a su vez, por internet en un sitio para lesbianas. ¡Una maravilla! A mi exnovio y a mi actual “friend with benefits” también los conocí por internet. Sin embargo, internet no son todo ventajas. Moverse por internet requiere precauciones, como moverse por el mundo real. Y la tarea de escrutinio y los intentos fallidos que hay que efectuar antes de conocer a alguien que merezca la pena también lo convierte en una herramienta a veces pesada y poco gratificante.
Algunas de mis recomendaciones basadas estrictamente en mi experiencia son las siguientes:
1. Páginas: es recomendable abrirse sólo perfiles en páginas de confianza donde sea fácil borrar el perfil, se pueda controlar bien la privacidad y tengan acreditado éxito. En esto el boca-oreja es lo mejor. Si una página os la recomiendan es porque han tenido una o varias experiencias satisfactorias. Así es como llegué a Gay Romeo, por ahora, sin duda, la mejor (en el Reino Unido por lo menos).
2. Perfiles: los perfiles sin foto o con fotos que no sean de cara suelen tener escaso éxito. Esto también va en función de lo que vayas buscando y del nivel de privacidad que se busque. Desde mi experiencia recomiendo perfiles con foto de cara, si acaso alguna foto enseñando algo más (véase en bañador o algo así), pero nunca todo y con una descripción sumaria de lo que buscas. Intenta ser claro y dar a entrelucir el tipo de persona que eres sin necesariamente dar mucho detalle. Normalmente, la breve o no tan breve descripción del perfil suele decir mucho a través de qué escribes y cómo lo escribes.
3. Una vez que tienes el perfil, piensa razonablemente en el tipo de persona que quieres conocer y en como debes orientar la búsqueda. Normalmente hay unas cribas por edad y aspecto físico que suelen ser útiles. Si tú perfil tiene foto de cara, ve sólo a por los perfiles con foto de cara. Es juego limpio. Si una persona no está dispuesta a mostrar tanto como tú su identidad, probablemente eso te dé problemas cuando os conozcáis.
4. Después de varios mensajes a través de la red de contactos, aconsejo pedir el msn o equivalente para charlar (yo nunca daría Facebook). No quedes nunca con alguien con quien no hayas hablado un poco (bien por la propia red social, bien por msn) y que no tenga foto de cara.
5. A la hora de mandar mensajes, es muy útil hacer referencias a algún elemento del perfil de la otra persona que te haya llamado la atención o que pueda dar juego en términos de romper el hielo (por ejemplo, con un comentario ingenioso o una pregunta curiosa). Termina cada mensaje con una pregunta que mueva al otro a contestar (no siempre lo hará, pero incrementa mucho las probabilidades de obtener una respuesta). Normalmente tendemos a hablar mucho de nosotros en los mensajes sin dar pie a que el otro hable o se sienta el centro de la atención (sin caer en halagos vacuos).
6. Una vez que alguien ha pasado todos estos filtros, desaconsejo encarecidamente quedar “para follar” y menos subirse en su coche e ir a su casa directamente. Nunca lo he hecho, pero, para mi sorpresa, me lo han propuesto. Recomiendo quedar en un lugar concurrido para ir a tomar algo, tal y como harían dos personas normales que quieren conocerse.
7. Lo demás ya está fuera del ámbito de internet, pero como uses las IT para ponerte en contacto con este chico después de la primera “cita” también es importante. ¡Tenlo en cuenta!
Espero que haya sido una información útil. Me gustaría que aportarais ideas de vuestras experiencias a través de comentarios.
domingo, 31 de julio de 2011
Mariconadas
Una de las cosas que más me enerva del castellano, especialmente de la zona de la que soy originario, es el extensivo uso de palabras como “maricón”, “maricona”, “mariconada” y de expresiones del tipo: “a tomar por culo” o “jodido”. Las primeras ponen de relieve una hostilidad hacia el homosexual per se; las segundas, hacia el hecho de adoptar el rol pasivo en una relación que se entiende necesariamente en términos peyorativos. Nadie jode sin que haya alguien a quien joda y eso no puede implicar, en cualquier caso, nada bueno.
La gran “paradoja” de todo esto es que buena parte de ese lenguaje sexista no refleja la forma de pensar de la mayoría de los hablantes. Tal vez sí la de los de hace unas décadas, pero ya se sabe que el lenguaje cambia despacio y la auténtica corrección política, esa que destierra del lenguaje palabras ofensivas aunque se suelan utilizar de forma “inocuamente” familiar, parece que no ha llegado aún a muchos hispanohablantes. El castellano refleja, no obstante, una mentalidad especialmente machista. El lenguaje lleva implícito la filosofía de un pueblo: determina como éste se expresa, construye su discurso, siente, piensa e, incluso, sueña. En castellano todo está en términos de lo masculino o lo femenino, de penetrar o de ser penetrado, donde lo primero, esto es, masculino (= penetrar) es lo bueno y lo segundo (= ser penetrado), lo malo. Si no, pensémoslo dos veces. “Esto es un coñazo” (relativo a la mujer), “estoy jodido” (estoy penetrado), “me han jodido” (me han follado), “que te jodan/jódete” (que te follen), “esto es cojonudo” (relativo al hombre), “nenaza” (para qué comentarlo).
Evidentemente todo este juego de palabras no surge del azar ni es inocente. Probablemente tiene sus raíces en la peculiar forma de ver la sexualidad de los romanos, con un ligero barniz judeo-cristiano posterior. Desde mi ignorancia, no puedo afirmar en qué medida el resto de lenguas romances esconden el mismo sistema de pensamiento. Lo que sí puedo aventurar es que no es inocente. La fuerte connotación moral que encierran expresiones de tal calibre suponen para el hablante casi una cárcel de la que no puede escapar: puede ganar conciencia de la trampa del lenguaje, pero, en el fondo, como sólo podrá formular su pensamiento en ese lenguaje, digamos que no puede dejar de programar en lenguaje binario en un ordenador porque es el único lenguaje que conoce el sistema. La inmensa mayoría de gais utilizan en mayor o menor medida patrones de lenguaje que perpetúan ese modelo de pensamiento, aunque les perjudique, del mismo modo que lo hacen las mujeres. Abstraerse completamente de esos mecanismos torticeros del idioma es una tarea imposible, más aún en términos inconscientes y a la velocidad del lenguaje hablado. Esto no quiere decir, por el contrario, que el castellano esté condenado eternamente a ser un idioma tan sexista. Poco a poco pueden limarse aristas y emplearse de un modo menos hiriente un idioma que, por ahora, suele reflejar única y exclusivamente la postura del varón blanco heterosexual con una carencia alarmante de empatía.
Es cierto que a muchos les toca los cojones (otra expresión fetén) que haya piji-verde-progres “metiéndonos el dedo por el culo” con el tema de la corrección política. Amigos tan sensibles con las minorías como la reina Victoria con las lesbianas, ya se han manifestado en contra de intentos de promoción de un lenguaje no sexista. Ya me manifesté sobre esto en otra entrada. El problema de estos intentos es que ignoran el problema de fondo: los idiomas son de los hablantes y mientras los hablantes sigan teniendo una mentalidad sexista (en buena parte cultivada por el propio lenguaje desde la más tierna infancia), cualquier intento de cambiar el lenguaje será estéril.
miércoles, 27 de julio de 2011
Anuncio gay de la MTV: ¿el homosexual como hetero frustrado?
Hoy inicio una sección sobre anuncios. Cada vez son más los anuncios alusivos a la homosexualidad ya sean institucionales o comerciales. Muchos de ellos dan para plantearse preguntas sobre qué mensaje se transmite de la homosexualidad y qué imagen instalan, por tanto, en la audiencia que alcanzan y, en general, en la opinión pública.
El anuncio de la MTV que traigo hoy presenta a un chico muy guapo que está enamorado de dos chicas consecutivamente hasta que, al final, sin aparente éxito con ellas, acaba en un vestuario cerrando la puerta de su taquilla con un corazón que delataba su amor por Tom, un chico de su equipo. El anuncio cierra con un mensaje promoviendo el uso del preservativo, lo cual está muy bien, y puede trasladar el mensaje también a las chicas heterosexuales de que siempre deben usar protección porque el amor puede no entender de límites y que un chico guste de tirárselas no quiere decir que él no haya podido previamente poner el culo sin protección.
Pero, en cualquier caso, y con todo el respeto a la comunidad bisexual, me planteo la pregunta de si este anuncio presenta a los gays como heteros frustrados, como chicos que, no habiendo ligado con mujeres, acaban cayendo, enamorados de un chico, en la comunidad gay. Y es que el anuncio no se presenta como un anuncio bisexual sino como un anuncio gay (o al menos es así como lo ven en youtube, quien quiera que lo haya colgado). No parece, en cambio, que el mensaje final sea que la bisexualidad esté ahí. Pero este es otro debate. La bisexualidad es aún la gran desconocida y sojuzgada.
domingo, 24 de julio de 2011
Cuando se dice respeto, pero no se siente
Hace tiempo ya que mis compañeros de trabajo saben que soy gay. Al menos los que tengo más cercanos, con los que socializo más. De hecho, ya comentaba en una entrada como uno de ellos me dijo que lo respetaba, pero que no lo entendía.
Pues bien, parece que hay parte dos de esa conversación. Una que matiza muy bien de qué clase de respeto estamos hablando, uno que se asimila más a la tolerancia. Hace ya unas semanas le dije que me había enrollado con un tío la noche anterior. Detalle que le di para que supiera por qué no había salido con ellos ni saldría esa misma noche. Ante mis palabras, su cara sólo pudo expresar asco, con un lenguaje verbal tan claro como efusivo. Fue entonces cuando le interpelé: ¿qué pasa?, ¿te da asco? Ante mi pregunta bastante directa, sólo se le ocurrió repetir que lo respetaba, pero que sólo de imaginárselo, era como si su cabeza explotara. No era respeto, entonces, lo que verdaderamente tenía. Más bien, tolerancia.
Sí, me dejaba estar y me dejaba ser como soy, pero no iba a considerarme como a un igual, no iba, por tanto, a tratarme como un igual. Los demás compañeros de trabajo parecen reaccionar con naturalidad si hablamos de detalles de mi vida privada, no así como pasó con éste. La conversación siguió. Quería saber si alguna vez había visto a dos tíos besándose en persona. No me asombró que dijera que no, aunque luego caí en la cuenta de que sí se había dado el caso una vez que salimos juntos por una discoteca de la ciudad donde vivimos.
Es evidente que no es algo completamente nuevo para él. Viviendo en Europa occidental es casi imposible no haber estado alguna vez en contacto con alguien del entorno gay. Pero esa no es la cuestión. No se trata de tener la diversidad ahí sino de qué actitud tienes con respecto a ella. A él nunca se le habría ocurrido poner la misma cara de asco con algún tema de carácter racial. Sin embargo, por alguna razón que transciende culturas y fronteras, una actitud de condescendiente e irrespetuosa tolerancia hacia la homosexualidad y los homosexuales aún no está plenamente desterrada de nuestras sociedades. Es nuestra tarea cotidiana luchar por un respeto pleno: nada mejor que la visibilidad para lograrlo.
Pues bien, parece que hay parte dos de esa conversación. Una que matiza muy bien de qué clase de respeto estamos hablando, uno que se asimila más a la tolerancia. Hace ya unas semanas le dije que me había enrollado con un tío la noche anterior. Detalle que le di para que supiera por qué no había salido con ellos ni saldría esa misma noche. Ante mis palabras, su cara sólo pudo expresar asco, con un lenguaje verbal tan claro como efusivo. Fue entonces cuando le interpelé: ¿qué pasa?, ¿te da asco? Ante mi pregunta bastante directa, sólo se le ocurrió repetir que lo respetaba, pero que sólo de imaginárselo, era como si su cabeza explotara. No era respeto, entonces, lo que verdaderamente tenía. Más bien, tolerancia.
Sí, me dejaba estar y me dejaba ser como soy, pero no iba a considerarme como a un igual, no iba, por tanto, a tratarme como un igual. Los demás compañeros de trabajo parecen reaccionar con naturalidad si hablamos de detalles de mi vida privada, no así como pasó con éste. La conversación siguió. Quería saber si alguna vez había visto a dos tíos besándose en persona. No me asombró que dijera que no, aunque luego caí en la cuenta de que sí se había dado el caso una vez que salimos juntos por una discoteca de la ciudad donde vivimos.
Es evidente que no es algo completamente nuevo para él. Viviendo en Europa occidental es casi imposible no haber estado alguna vez en contacto con alguien del entorno gay. Pero esa no es la cuestión. No se trata de tener la diversidad ahí sino de qué actitud tienes con respecto a ella. A él nunca se le habría ocurrido poner la misma cara de asco con algún tema de carácter racial. Sin embargo, por alguna razón que transciende culturas y fronteras, una actitud de condescendiente e irrespetuosa tolerancia hacia la homosexualidad y los homosexuales aún no está plenamente desterrada de nuestras sociedades. Es nuestra tarea cotidiana luchar por un respeto pleno: nada mejor que la visibilidad para lograrlo.
miércoles, 20 de julio de 2011
Alex Pettyfer
Alex Pettyfer es un modelo y actor británico muy sexy. Os dejo con algunas fotos suyas.
viernes, 15 de julio de 2011
Al anónimo de la entrada anterior
Gracias por tu comentario. Es cierto que me considero una persona resolutiva y que una vez que tomé la decisión de salir del armario y la llevé a cabo he sido bastante consecuente. También es verdad que al principio fue algo muy general: familia y amigos. Prácticamente todo el mundo de mi entorno se enteró por mí y el resto, por los demás. No sólo no di instrucciones de que no se divulgara la noticia sino que alenté que se supiera para quitarme de una vez ese miedo, esa inseguridad que me producía que la gente supiera que me gustan los tíos.
Me costó asumirlo, es cierto. Mucho tiempo y a un coste alto. Mi vida sentimental ha sido nula hasta este último año y en ese sentido aún tengo mucho que aprender, pero salir tarde del armario y después de haber pasado por todo un proceso de catarsis personal tiene la ventaja de que aclara mucho las ideas, te reconcilia contigo mismo y te une a los demás. Ahora no hago una salida mensual del armario para mantener al día a la gente nueva que conozco, me parecería absurdo. La gente que más me importa ya lo sabe. A partir de ahí, el proceso de divulgación de esa información entre esa nueva gente es muy natural, como parte del proceso de conocer a alguien y dejarse conocer, de tener más o menos confianza. Todo el entorno con el que "socializo" y buena parte de mis compañeros de trabajo cercanos lo saben y no es una información que me pertenezca ya en exclusiva, con lo que no sé realmente quien lo sabe y quien no.
Después de todo, así es la vida. Mientras pueda aspirar a la felicidad, como todo el mundo, me conformo. Y en eso estamos. Como dejaron por escrito los padres fundadores de EEUU, la búsqueda de la felicidad es un derecho fundamental. A ningún homosexual se le debería privar de ello. El problema es que a veces interiorizamos tanto la axiomática tradicional de nuestro entorno que somos nosotros mismos los que nos ponemos los obstáculos. De ahí que salir del armario, como parte de un proceso mucho más profundo de maduración y aceptación personal sea un acto aún lleno de sentido.
Un saludo.
José
domingo, 10 de julio de 2011
Tolerancia cero ante la discriminación
Hace poco más de tres semanas, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU aprobó una resolución en la que se pedía tolerancia cero ante la discriminación de los homosexuales. ¿Qué significa esto? En términos prácticos, nada. Simbólicamente, mucho.
La resolución sirvió al menos para dejar en evidencia a los de siempre, los países africanos salvo Sudáfrica y los países árabes, paladines de la homofobia, a los que sólo se les ocurrió justificar su voto en contra de la resolución porque no se había acordado una definición de orientación sexual. Una excusa patética y ridícula que no les impedirá, en cambio, saber quien es gay y lesbiana en sus países para castigarlos, en ocasiones, incluso con la pena de muerte.
Y es que el sistema internacional de protección de derechos humanos aún tiene mucho en lo que mejorar. La resolución de la ONU no es vinculante ni puede exigirse su cumplimiento a instancias de ninguna autoridad nacional ni administrativa ni judicial, con lo que la petición de la ONU quedará en papel mojado, a menos que los distintos gobiernos y parlamentos se empleen a fondo de verdad en acabar con esa discriminación y en proteger a las minorías sexuales en sus países, por no mencionar ya la despenalización de la homosexualidad, que sigue tipificada como delito en muchos países.
Una vez más, volvemos a lo de siempre. Las declaraciones de este tipo, incluso la plena equiparación legal, son perfectamente deseables y debemos luchar por ellas, pero no debemos dejar pasar por alto el tema de fondo. En un pueblo profundamente homófobo, como lo son muchos pueblos africanos y del mundo árabe, la garantía legal, en caso de aprobarse, sería una mera formalidad con pocas implicaciones prácticas porque el clima de odio general es tan fuerte que ni siquiera los homosexuales se atreverían a acogerse a las normas que les protegieran, en caso de que existiesen. Por otra parte, esas normas tampoco vienen solas. Suelen ser reflejo de un sentir mayoritario de la población. De modo que lo que se exige aquí es mucho más que un cambio legal, una declaración de la ONU o unos sistemas de protección eficientes. Todo eso hace falta cuando todo lo demás, lo más importante, ha fracasado. Lo que de verdad se necesita es un cambio de cultura y de actitud hacia los homosexuales en el mundo, una idea de respeto e igualdad que no existe para muchos no sólo en esos países campeones de la homofobia sino también a veces en países que se dicen avanzados. Movamos pues a la reflexión y a la necesidad de incidir en la educación en esos y otros países para enseñar en el respeto y la diversidad, no sólo a los niños sino también a muchos adultos que no tienen modelos cercanos y realistas de la homosexualidad. Saber es poder. La información y la cultura son nuestras armas. ¡Luchemos!
El País. 17 junio 2011.
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