Tomar por el culo es probablemente la actividad sexual más desprestigiada. El lenguaje está lleno de ejemplos en los que "tomar por culo" o "tomar por el culo" se emplea para expresar algo que causa gran malestar o contrariedad. "Está a tomar por culo" (está muy lejos) o "vete a tomar por el culo" son las más evidentes, si bien hay otras que aluden a lo mismo, como "jódete" o "que te jodan" o, más directamente, "que te follen". De todas ellas, la más llamativa es la expresión "que te folle un pez".
En cualquier caso, estas expresiones parecen hundir sus raíces en una visión del sexo particularmente fálica en el mundo greco-latino (especialemente latino) de la antigüedad. Para los griegos, ser el amado o pasivo no sólo no estaba mal visto sino que se promovía de forma institucionalizada. Así, el erómenos o joven adolescente, generalmente de buena familia, debía ser cortejado por un adulto o erastés (amante), que le introduciría en el mundo adulto. Una vez pasada cierta edad, no se esperaba que un griego fuera más pareja pasiva, era algo que podía esperarse de un adolescente, no de un "hombre de verdad". Sin embargo, sí se dieron casos de hombres adultos pasivos sin demasiado escándalo lo que parece indicar que esas costumbres o usos no eran tan rígidos. Por otro lado, el sexo entre hombres incluía generalmente la práctica "intercrural" en la que el amante introducía el pene entre los muslos del amado y empujaba hasta alcanzar el orgasmo.
En el mundo romano, sin embargo, el hecho de la penetración anal adquiere unas dimensiones más inflexibles. El ciudadano romano no debía ser penetrado sino penetrar. Tal vez en el caso del adolescente no estaba mal visto siempre y cuando el activo fuera de mejor posición social. No obstante, en Roma, como en muchas otras culturas, el verdadero problema giraba entorno al hecho del rol más que entorno al sexo de ambos amantes. En culturas como la romana, ser penetrado en la edad adulta, especialmente si era por alguien de una posición social inferior, era visto como algo humillante (de ahí que muchos romanos penetraran esclavos suyos). El papel del "hombre de verdad" era penetrar, independientemente de si la persona penetrada era hombre o mujer. Lo que hacía masculino a un hombre en Roma no era si se acostaba con una mujer o un hombre sino si era él el que penetraba. Ser penetrado, en cambio, se asimilaba a lo femenino y no hace falta decir que eso no tenía muy buenas implicaciones en una sociedad tan machista.
La idea de que follarse a alguien es lo masculino, esa idea tan fálica del sexo y esa asociación entre sexo, masculinidad y poder, que engarza tan bien con la historia de expansión militar de Roma es, en definitiva, lo que ha moldeado y sigue moldeando lo que mucha gente entiende por masculinidad en las sociedades contemporáneas. El cristianismo cambió en buena medida este punto de vista, convirtiendo al activo en una relación con otro hombre en un indeseable social, pero la idea de fondo: que es mejor penetrar que ser penetrado, esa idea tan fálica, tan griega y, sobre todo, tan romana, sigue bien viva. A mí mismo me pasa: a menudo me doy cuenta de que la gente asume que yo adopto el rol activo porque soy masculino y entienden que si estoy con alguien voy a penetrar porque se supone que es lo que "hace un hombre", incluso si es gay. En cambio los que son afeminados están ahí para tomar por el culo y su propio afeminamiento, su moda, su estilo y toda su contracultura no parece más que un reclamo para los "machos" activos.
Nada más lejos de la realidad, todo esto no es más que cuestión de perspectiva. Tomar por el culo es el mayor placer que se puede disfrutar en la cama y, desde mi punto de vista, ni eso convierte al pasivo en un asimilado a una mujer ni un pasivo debe asumir el rol social de una mujer y disfrazarse de gay oficial para decirle a todo el mundo que le encanta que le horaden el ojal. Que el status social, que toda la cultura y el lenguaje rezumen esa idea del sexo que asimila ser penetrado a lo femenino, que el "establishment" refleje el punto de vista de los hombres heterosexuales no quiere decir que tomar por el culo sea una carga o una molestia. Que muchos asuman que lo es porque simplemente creen que para ellos es así no deja de ser una cuestión de gusto y de perspectiva. Así que, dando mi propia perspectiva, y desafiando ese status heterosexualizante reivindico tomar por el culo como un placer sólo al alcance de unos pocos, afirmo que los pasivos no son menos hombres y como otras culturas menos fálicas entiendo que hacer el amor con un hombre, sea cual sea el rol que se asuma es el acto más noble que puede hacerse, la muestra más sincera de amor y de unión con otro ser humano, un placer de un misticismo nunca alcanzado por los religiosos.
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