jueves, 30 de diciembre de 2010

Hoyo aquí


Una de las cuetiones interesantes de la contracultura homosexual es que parece ser una especie de anzuelo o reclamo, algo así como: “gay aquí” o “hoyo aquí”, algo así como un cartel identificativo de un gay dispuesto a que un macho se la clave o, dicho más fino, un distintivo de los gays pasivos. La pregunta que reiteradamente me hago, también en este blog, es ¿cuál es el atractivo de esa contracultura?, ¿dónde está el “sex appeal” en un disfraz de gay? Y, sobretodo, ¿por qué esa contracultura tiene que ser tan poco masculina?

Por suerte, en los últimos años hemos estado viendo con más frecuencia la imagen de hombres despampanantes, musculosos y varoniles, pero que, sinceramente, son pura ficción. Sí, los modelos que se nos muestran son esa clase de hombre que todos querríamos tener en la cama, pero, a la hora de la verdad, el ambiente gay es intrínsecamente contracultural y, si uno busca algo de masculinidad tiene que conformarse con los macarras. A menudo parece difícil encontrar gente común, que podría ser heterosexual o no, que no tiene una moda o tendencia clara o sigue su propio estilo, gente con dotes brillantes, pero carente de arrogancia. No. La tipología homosexual no debe ser así: es lo que ordena la tiránica cultura heterosexual, ésa de la que la contracultura gay es un vago reflejo.

De modo que señores, o debería decir señoritas, si les gusta disfrutar del sexo anal, pónganse un cartel que diga: “hoyo aquí”. Así lo han querido los heteros.

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