Uno de los mayores problemas al que tiene que enfrentarse un gay a lo largo de su vida es a la incomprensión. Hace unos días, semanas después de enterarse de que soy gay, un compañero me dijo que lo respetaba, pero que no lo entendía. Él, al menos, era sincero. Supongo que en su cabeza no puede entrar que a mí, un hombre masculino del que jamás habría sospechado ser gay, me gusten los tíos. Muchos, en cambio, lejos de reconocer su falta de comprensión se aventuran a presuponer cosas, a ponerse en manos de los estereotipos y los prejuicios y caen, generalmente, en una profunda insensibilidad fruto de la falta de empatía.
Pero lo que ellos generalmente ni intuyen es cómo se siente el ser diferente, qué pasa por la cabeza de una persona que se siente distinta de los demás, que es distinta de los demás, a la que la cultura general le asigna unos roles que van desde el desprecio de antaño a la frivolidad y la gracia del gay contracultural contemporáneo. Ni ellos ni ellas habrán pensado probablemente como puede sentirse un niño conforme esos sentimientos y deseos crecen en él. El descubrimiento de la propia sexualidad junto con el sentimiento de culpa; el estigma de la marginalidad; el miedo a defraudar a los padres; el miedo a no tener una vida "normal" (con mujer e hijos); el miedo al rechazo y a la incomprensión; esa sensación inenarrable de soledad
. No estoy diciendo que otros seres humanos no tengan distintos sentimientos, algunos compartidos, por diversas razones, pero difícilmente alguien que no sea gay podrá comprender en última instancia qué pasa por la mente de alguien como yo cuando veo a alguien que me gusta, cuando alguien hace un comentario hiriente, cuando alguien simplemente utiliza expresiones populares hirientes que llenan el lenguaje y que crean para nosotros una atmosfera enrarecida e invisible para los demás.
No es fácil ponerse en la piel de nadie, menos aún si sobre esa persona pesa la fuerza de una tradición que sojuzga, discrimina e ignora. Pero más doloroso que todo el peso de la tradición, que la presunción de heterosexualidad, que el heterosexualismo cultural y la imposición de una contracultura que excluye a muchos homosexuales, es la ausencia de conciencia y de ganas de muchos heterosexuales que, lejos de buscar más allá, se quedan con los tópicos y prejuicios al uso, tanto los tradicionales, como los modernos, sin pasar, en ningún caso, de una superficie que convierte nuestra realidad en insustancial, que pasa por alto nuestras historias y miedos vitales y que carece, en absoluto, de una visión integradora. Supongo que aún existe el miedo al hombre sensible.
Muy buena entrada, José. Saludos.
ResponderEliminarGracias por comentar. Vosotros le dais sentido a lo que escribo porque sé que en el fondo no estoy solo, que siempre va a haber alguien que se pueda sentir identificado con mis palabras.
ResponderEliminarUn saludo.