Hace algunas semanas, aprovechando el boom de vivitas en mi blog, puse una encuesta con la siguiente pregunta: ¿Representa el "look" gay a los homosexuales? Los resultados han sido muy pobres, tanto como ficticia es la subida de visitas (esencialmente debida a la búsqueda de imágenes de Ashton Kutcher), pero pueden utilizarse como punto para iniciar una reflexión.
De los nueve resultados, sólo el 22 % (dos personas) considera que el look gay representa a los homosexuales mientras que el 77 % considera lo contrario. Desde luego, ignorando el porcentaje aproximado de homosexuales que comparten esta opinión, es cierto que, sin duda, muchos, entre los que me cuento, consideran que la contra-cultura gay, además de suponer una etiqueta fácil, es un lastre para los gays que no quieren autodiscriminarse, marcarse o convertir su vida en un símbolo de su orientación sexual. Para los gays cuyas inquietudes e intereses transcienden las dificultades de pertenecer a una minoría sexual, la vida se compone de matices más complejos en los que otras personas, heteros o no, blancos o no, hombres o mujeres, pueden aportarnos puntos de vista y experiencias que valorar desde la autenticidad que confiere la ausencia de etiquetas.
La lucha por la igualdad y los derechos civiles es fundamental y el colectivo gay en toda su amplitud y diversidad debe organizarse y pelear por ello, pero no debemos dejar que los medios y la cultura en general destroce simplisticamente la complejidad de los sentimientos y problemas que tiene que afrontar un gay. Por desgracia, la fácil imagen frívola que se da muchas veces de nosotros cala mucho más profundo y rápido que cualquier otro mensaje.
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